En marzo de 2020 un colombiano de 23 años, conocido bajo el seudónimo de Atlas, comenzó a adquirir bitcoin.
Por ese entonces, bitcoin estaba valuado en aproximadamente USD 4500, todavía en los estadios tempranos de lo que sería una histórica alza en su precio.
“Realmente no sabía cómo afrontar esa situación. Una persona como yo, que nunca había tenido más de USD 2000 en mi vida”, dijo a CoinDesk Atlas, quien prefiere mantener su anonimato por el momento.
Mientras el precio continuaba subiendo, explicó Atlas, su padre, quien no salía de su asombro, lo instó a vender. Atlas esperó y dijo que se las ingenió para convencer a por lo menos ocho de sus amigos para que también invirtieran en bitcoin. Después de que la criptomoneda superó los USD 30.000, Atlas comenzó el proceso para obtener una hipoteca de la casa familiar con el objetivo de comprar más bitcoin.
“Para ser honesto, he estado recibiendo mensajes de texto de gente joven casi a diario. Y estos jóvenes hablan con otros jóvenes”, dijo Atlas. (CoinDesk no pudo verificar independientemente esta información).
Durante el año 2020, Colombia experimentó un gran incremento del uso de criptomonedas como reserva de valor y con fines transaccionales, con crecimientos récord en las plataformas de préstamos de persona a persona (P2P) y plataformas de intercambio (exchanges). LocalBitcoins reportó que ese país representó el 11.3% de su volumen global en 2020, convirtiéndolo en uno de sus mercados principales junto con Rusia y Venezuela. En Buda.com, uno de los más grandes exchanges de América Latina, los volúmenes de transacciones en Colombia crecieron un 350% entre 2019 y 2020, mientras que los usuarios activos en la plataforma aumentaron un 125% llegando a los 16.092, de acuerdo con la información provista por ese exchange.
Los primeros meses de 2020 no fueron buenos para Atlas. Cuando comenzó el año tenía un puesto laboral en el cual obtenía el salario mínimo, cobrando menos de USD 300 al mes. Nos contó que, a raíz de su participación en una pelea en la vía pública de la ciudad en la que vive, terminó en la cárcel por algunas semanas. Cuando fue liberado, la pandemia provocada por el COVID-19 azotó a toda la región, dejando a su familia en la indigencia.
“No teníamos absolutamente nada de dinero, ni energía ni gas. Hacíamos sándwiches con un quemador de alcohol”, contó Atlas.
La pandemia golpeó fuertemente a América Latina. Solo en Colombia se registraron cerca de 1.4 millones de casos, ubicando al país cuarto en el ranking de cantidad de muertes dentro de la región, solo por debajo de Brasil, México y Argentina. Muchas monedas locales dentro de América Latina se devaluaron frente al dólar estadounidense como consecuencia del deterioro de sus economías.
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Mientras tanto, las criptomonedas tuvieron un año exitoso en América Latina. Los argentinos incrementaron la demanda de ellas en 2020 en su esfuerzo por encontrar monedas más fuertes como reserva de valor a fin de proteger sus patrimonios frente a la devaluación del peso. México y Venezuela las utilizan cada vez más a fin de procesar remesas transfronterizas.
Si bien la pandemia provocada por el coronavirus parecería haber impulsado bitcoin en Colombia, se advierte que los colombianos ya mostraban interés por las criptomonedas mucho antes del comienzo del coronavirus.
“No atribuiría el boom de las criptomonedas en el país solamente al declive económico temporal provocado por la pandemia”, expresó Magdiela Rivas, manager de Paxful en América Latina, mediante un correo electrónico enviado a CoinDesk.
De acuerdo con los dichos de Rivas, antes de la crisis económica global de 2020, el interés de Colombia por las criptomonedas ya crecía fuertemente en medio de un alza en su economía interna. Según un reporte del Banco Mundial, luego de que su crecimiento se desplomara al 1.1% en 2017, Colombia se recuperó rápidamente y registró una tasa acelerada de crecimiento del 3.3% en 2019. Aunque la economía se vio gravemente afectada durante la pandemia, el mismo informe reporta que el país “respondió rápidamente a la crisis y tomó medidas decisivas para proteger las vidas y las fuentes de sustento, así como también para apoyar la economía”.
“Continuó siendo uno de los países más estables de la región a pesar de la pandemia”, dijo Rivas.
Según Coin ATM Radar, Colombia también cuenta con la mayor cantidad de cajeros automáticos de bitcoin en América Latina. El país tiene 59 en total, 33 de los cuales se encuentran en Bogotá, su capital. En contraposición, Panamá solo posee 17 cajeros automáticos de bitcoin, número que lo ubica como el segundo país con mayor cantidad en la región.
Colombia ya se encontraba incorporando ampliamente la tecnología fintech desde antes de la pandemia. Medios locales reportaron que en 2019 el país contaba con 180 compañías en ese sector, un 45% más que el año anterior.
En septiembre de 2020, la Superintendencia Financiera de Colombia (SFC), autoridad encargada de supervisar la integridad y transparencia de los mercados de valores, anunció un sandbox regulatorio (NdT: el término, que en español significa “arenero” o “banco de pruebas”, describe al campo de pruebas de nuevos modelos de negocio que aún no están protegidos por una regulación vigente) a fin de que los emprendimientos dedicados a criptomonedas pudieran testear transacciones. Las compañías que aspiraran a participar en dicho programa de sandbox podían aplicar a este hasta el 31 de diciembre. El programa fue diseñado para “promover un espacio conjunto de experimentación entre el ecosistema digital y el Gobierno Nacional con relación a cripto activos”.
Al día de la fecha, el marco regulatorio aplicable al segmento de monedas digitales en Colombia continúa indefinido. En 2014, la SFC emitió una circular estableciendo que bitcoin no es un activo que tenga equivalencia a la moneda de curso legal en Colombia. En esa misma circular, la SFC prohibió a las entidades que vigila —incluidos los bancos— custodiar, invertir o intermediar con monedas digitales. En 2017 la misma autoridad lanzó otra advertencia: “Las operaciones que involucren ‘monedas virtuales’ no se encuentran amparadas por ningún tipo de garantía privada o estatal”.
Tras las advertencias publicadas por las autoridades, en 2018 medios locales reportaron que ciertas instituciones bancarias habían cerrado cuentas pertenecientes a la plataforma de intercambio Buda.com. Alejandro Beltrán, country manager de Buda.com, le confirmó a CoinDesk que en enero el exchange colaboró con las asociaciones locales de fintech y blockchain para pedirle al presidente de Colombia, Iván Duque Márquez, que permitiera la reapertura de cuentas y de operaciones de ese exchange.
“Pero el presidente no pudo ayudarnos de manera directa y en cambio nos derivó con el Ministerio de Economía”, dijo Beltrán.
De acuerdo con Beltrán, Buda.com luego intentó tomar acciones legales contra la autoridad financiera, con el objetivo de clarificar si los bancos estaban habilitados para operar cuentas asociadas con compañías pertenecientes al sector de las criptomonedas. Finalmente, obtuvieron una respuesta de parte de las autoridades financieras afirmando que la ley no les impide a los bancos proveer servicios a compañías pertenecientes al sector cripto.
“La respuesta del supervisor financiero fue que ellos no prohíben la relación entre bancos y exchanges que operan con criptomonedas, pero que existen restricciones respecto del uso interno de criptomonedas en los bancos”, dijo Beltrán.
En Colombia las monedas digitales son catalogadas como propiedad personal y no están sujetas al cobro del Impuesto al Valor Agregado (IVA).
Más allá de eso, y salvo contadas excepciones, no hay suficiente claridad respecto de la política normativa aplicable vigente.
Por ejemplo, en diciembre del 2020 la Superintendencia de Sociedades declaró que las compañías que operen en el país tienen permitido convertir capital a bitcoin siempre y cuando lo hagan en cumplimiento de las regulaciones locales aplicables a las criptomonedas.
Beltrán sugirió que la falta de claridad normativa puede haber dado lugar a la creación de un gran mercado informal para la compra y venta de criptomonedas.
De acuerdo a Rivas, de Paxful, los colombianos tienen la posibilidad de adquirir bitcoin localmente a precios relativamente competitivos, generando así un mercado interno extremadamente activo y una gran demanda de criptomonedas.
“Básicamente, tienen la oportunidad de adquirir bitcoin a un precio menor y venderlo en cualquier otro lugar al valor de mercado o a uno mayor, lo cual les permite a los colombianos percibir un gran beneficio económico a través de las ganancias generadas en el arbitraje”, dijo Rivas.
Beltrán confirmó que bitcoin efectivamente puede ser adquirido localmente a un precio menor a través del mercado informal, lo cual es posible que se origine porque el dólar estadounidense se vende en mercados paralelos a un precio entre 6% y 8% menor que el de las cotizaciones oficiales.
Atlas también confirmó que, a pesar de que algunos exchanges importantes como Buda.com operan en el país, algunas personas eligen transaccionar por fuera de las plataformas a través de las redes sociales.
“La gente tiene grupos de chats en Telegram, Whatsapp, Facebook, más del tipo de persona a persona (P2P)”, sostuvo Atlas.
Beltrán confirmó lo anterior, agregando que Colombia procesa un considerable volumen de remesas cada año —la mayoría destinadas a su país vecino Venezuela— y que los precios competitivos de bitcoin también puede ser que provengan de dichos mercados de remesas.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) informó que hasta el 30 de junio de 2019 había 1.4 millones de inmigrantes venezolanos residiendo en Colombia tras dejar su país por la inestabilidad económica y política.
De acuerdo con Beltrán, enviar dinero fuera de Colombia puede ser engorroso. Las dificultades surgen principalmente por las estrictas medidas tomadas contra el lavado de dinero que buscan controlar los movimientos de los carteles de droga desde y hacia Colombia. En un informe del 2020, el Departamento de Estado de los Estados Unidos nombró a Colombia como una de las principales jurisdicciones del mundo en materia de blanqueo de dinero.
“Tus operaciones son 100% offline, tu dinero tarda entre dos y cinco días en llegar a destino. Y, bueno, cuando ves las limitaciones que tenemos aquí, debido a las restricciones financieras impuestas por los bancos, te das cuenta de que bitcoin está funcionando no sólo para las remesas sino también para el comercio electrónico”, afirmó Beltrán.
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En 2018, un usuario bajo el nombre de Joshua Nix escribió en un foro público acerca de las dificultades existentes para las transacciones transfronterizas en Colombia.
“[Yo] solía comprar bitcoin a un vendedor en Colombia hasta a un 10% más barato que el precio de mercado. De esta forma, en vez de pagar cerca del 10% a Western Union en concepto de honorarios y obtener un pésimo tipo de cambio, lograba generar yo mismo una ganancia de cerca del 10%”, dijo Nix.
Por su parte, Atlas ve a bitcoin como una inversión a largo plazo y un posible camino hacia una vida mejor. Dijo que ha mantenido sus ahorros iniciales en bitcoin, y explicó que su decisión de hacerlo se debió parcialmente a lo que en Twitter se conoce como la “cultura americana del hodl”. Hodl se refiere a una jerga entre inversores de activos digitales orientada a mantenerlos a largo plazo en lugar de revenderlos.
“Todavía trabajo. Todavía uso harapos. Aún no tengo una chica. Básicamente, todavía soy un perdedor. Y estoy bien con eso. Simplemente quiero lograr alcanzar un mejor nivel de vida. Deseo poder sacar a mi familia de aquí”, dijo.
Atlas, quien ha perdido a algunos de sus amigos en hechos de violencia, dijo que se libró fácilmente de su corta estadía en la cárcel. Pero cree que su decisión de invertir en bitcoin y su éxito hasta el momento lo han cambiado, le han brindado confianza necesaria para mejorar su vida. Está aprendiendo a programar y tiene planes de comprar una laptop para poder seguir haciéndolo. Su fe en el futuro de bitcoin es tan grande que le ha dicho a su familia que, dado que ya son pobres, un año más de espera no hará la diferencia si bitcoin tiene el potencial de alcanzar los $100,000.
“Es así: o la hacemos en grande o nos quedamos donde estamos. No hay término medio”, dijo Atlas.
Traducido por Andrés Engler.