La noticia de que El Salvador adoptaría BTC como moneda de curso legal para las transacciones en el país ha causado un gran revuelo. Bitcoin ha conquistado su primer país. Las reacciones han variado desde frases como “vaya, esto es grande para bitcoin” hasta “esto no va a acabar bien”.
Como siempre, la verdad está probablemente en algún lugar del medio. No es un gran éxito para bitcoin, pero podría funcionar bastante bien para El Salvador. Y, lo que es más importante, podría establecer un caso de uso en el mundo real para bitcoin que no implique el colapso de todo el sistema monetario mundial. No creo que bitcoin vaya a sustituir al dólar como principal moneda de liquidación y reserva mundial, pero eso no significa que no pueda ser bueno para algunos países.
Frances Coppola, columnista de CoinDesk, es escritora y una conferencista especializada en banca, finanzas y economía. Su libro, "The Case for People's Quantitative Easing", explica cómo funcionan la creación moderna de dinero y la flexibilización cuantitativa, y aboga por el dinero helicóptero para ayudar a las economías a salir de la recesión.
El Salvador, que posee 6,5 millones de habitantes, es una economía “dolarizada”. No tiene una moneda propia y en su lugar utiliza el dólar estadounidense como moneda nacional. La relación de El Salvador con Estados Unidos no es como la de un estado estadounidense ni como la de un territorio como Puerto Rico. Es un país soberano e independiente que elige utilizar el dólar en lugar de emitir su propia moneda. El Salvador no está sujeto a la legislación estadounidense y el gobierno de Estados Unidos no tiene jurisdicción allí.
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Al no producir su propia moneda, el gobierno de El Salvador no puede imprimir dinero. Tampoco se beneficia de la creación de dinero de la Reserva Federal, que no es en absoluto responsable de asegurar que ese país tenga suficientes dólares para su uso interno. Por lo tanto, El Salvador debe pedir prestado o generar los dólares que necesita.
Puede generar dólares exportando más de lo que importa y recibiendo remesas en dólares de sus ciudadanos en el extranjero. Si esas dos fuentes no proporcionan suficientes dólares para satisfacer las necesidades internas, tanto el sector privado como el gobierno pueden pedir prestado en los mercados internacionales.
Actualmente, El Salvador exporta menos de lo que importa, pero las remesas son lo suficientemente grandes como para garantizar que su cuenta corriente —el valor neto de todas sus transacciones con el resto del mundo— siga siendo ligeramente positiva. Por lo tanto, en el total, El Salvador recibe entradas netas de dólares. Pero el gobierno se está endeudando mucho: en los últimos dos años la deuda pública ha aumentado hasta superar el 90% del producto interior bruto (PBI), y los costes de los préstamos están aumentando. No está claro cuánto más podrá pedir prestado el gobierno.
Además, los flujos de dólares son volátiles. Hace sólo unos años un desplome de los precios de las materias primas hizo que las entradas de dólares en países como Nigeria y Angola se invirtieran bruscamente, obligándoles a vender sus reservas de dólares para mantener la paridad con esa moneda. Una economía dolarizada como la de El Salvador no necesita reservas para mantener la vinculación de su moneda, pero sí para mantener la liquidez de los bancos nacionales, las empresas y los hogares. La escasez de dólares puede obligar a cerrar sus bancos y a reducir drásticamente el gasto público.
En un informe titulado Artículo IV, de 2019, el Fondo Monetario Internacional dijo que las reservas de dólares de El Salvador son demasiado bajas para su economía. El país necesita más ingresos en dólares, y eso significa desarrollar industrias de exportación y alentar a los trabajadores en el extranjero a enviar más dólares a casa. También le eayudaría obtener algunos ingresos de sus reservas actuales; los tipos de interés casi nulos de las inversiones seguras en dólares no son algo bueno para países como El Salvador.
Teniendo en cuenta todo esto, adoptar bitcoin como segunda moneda no parece una mala idea. Hay varios beneficios potenciales.
En primer lugar, el uso de bitcoin para enviar remesas podría ser más fácil, más barato y más rápido para los trabajadores en el extranjero en comparación con el uso de servicios de envío de dinero o transferencias bancarias, lo que podría aumentar el número de remesas. Por supuesto, éstas tendrían que ser cambiadas por dólares dentro de El Salvador, pero eso podría lograrse con una aplicación móvil conectada a un exchange de criptomonedas.
Como alternativa, los ciudadanos podrían utilizar BTC directamente para pagar bienes y servicios, y los comerciantes podrían disponer de los medios para cambiar BTC por dólares. Obviamente, existe el riesgo de que los intercambios de BTC fracasen debido a la falta de liquidez en dólares dentro de El Salvador. Por esa razón, el gobierno salvadoreño propuso establecer un fondo fiduciario de $150 millones en el banco estatal de desarrollo Bandesal, que garantizaría la liquidez de los intercambios. Y se está preparando una versión de la aplicación Strike para que la utilicen los salvadoreños, aunque todavía no está claro cómo funcionaría exactamente.
En segundo lugar, la diversificación de las reservas de dólares del país en BTC podría crear oportunidades de obtención de rendimientos y aumentar así el tamaño de las reservas.
Como tercer punto, una economía parcialmente “bitcoinizada” podría ser atractiva como residencia para los inversores de bitcoin y como sede para las empresas del sector, lo que podría aumentar el PBI del país. También crearía una oportunidad para desarrollar nuevos negocios basados en bitcoin. El gobierno ya ha propuesto un plan para utilizar la energía geotérmica en la alimentación de la minería de esta criptomoneda.
Si este plan de “bitcoinización” parcial funciona, El Salvador podría aumentar tanto sus reservas como su PIB, reduciendo la presión sobre los costes de endeudamiento del gobierno y liberando potencialmente dinero para programas sociales.
Sin embargo, existen graves riesgos.
El mayor, por encima de todos, es la posibilidad de que el país se quede sin dólares. La diversificación en bitcoin puede mejorar la cantidad de reservas, pero el precio de BTC es notoriamente volátil. Un desplome como el de 2018 acabaría con el 80% de las reservas de dólares del país, lo que podría obligar a los bancos a cerrar y hacer imposible que el gobierno cumpla con sus obligaciones en dólares. El Salvador entró en default en 2017. La diversificación en BTC podría forzarlo a otro escenario de impago.
Una caída de BTC también perjudicaría gravemente a los salvadoreños que habían adoptado total o parcialmente esa criptomoneda para sus ingresos por remesas y ahorros. Y provocaría que las empresas corrieran hacia el dólar, ya que buscarían cambiar sus devaluados BTC por esta moneda. Ese fondo fiduciario de $150 millones se agotaría muy rápidamente.
Incluso sin una gran caída del BTC, el país podría quedarse sin dólares estadounidenses. Convertir a BTC los ingresos por remesas reduce, por desgracia, la entrada de dólares y, por tanto, aumenta el riesgo de escasez de dólares. Es fácil comprar bitcoin con dólares estadounidenses, pero no es tan fácil venderlo a cambio de dólares, especialmente cuando muchas otras personas están tratando de vender al mismo tiempo. Las stablecoins como USDT pueden ser una cobertura temporal contra la volatilidad del BTC, pero no son muy útiles para las empresas y los gobiernos que tienen deudas en dólares que deben ser atendidas.
Además, el resto del mundo podría no estar muy entusiasmado con la idea de prestar dólares a un país que ha diversificado sus reservas en BTC y se ha quedado sin dólares como resultado. El FMI, que actualmente está negociando con El Salvador un posible préstamo, ya ha expresado cierta preocupación.
También existe otro tipo de riesgo, que desgraciadamente ha tenido lugar con demasiada frecuencia en América Latina. Se trata del riesgo de que la rigidez monetaria causada por la escasez de dólares y la iliquidez del BTC resulte insoportable, y el gobierno comience a emitir su propia moneda, quizás en forma de una stablecoin. Inicialmente, podría estar totalmente respaldada por sus reservas de dólares y BTC en un acuerdo de junta monetaria —conocida en ingles como currency board— similar al de Hong Kong. Pero la volatilidad del BTC hace que esto sea enormemente problemático; incluso una pequeña caída de BTC dejaría a la moneda parcialmente sin respaldo.
Además, si el deseo del gobierno de repartir dinero supera a su capacidad productiva de generar dólares y BTC, la junta monetaria podría convertirse rápidamente en un acuerdo permanente de tipo de reserva fraccionaria. Esto dejaría a la nueva moneda totalmente expuesta a un ataque especulativo diseñado para drenar las reservas y forzarla a salir de su paridad.
Es esencial que el gobierno de El Salvador resista la tentación de optar por una mejora a corto plazo del crecimiento económico y el bienestar mediante la emisión de grandes cantidades de una nueva moneda fiduciaria o stablecoin sólo parcialmente respaldada por las reservas de divisas. Esa es la receta para una crisis de divisas, el default de la deuda y la hiperinflación. Demasiados países de América Latina han jugado a esto antes. Es un riesgo que El Salvador no debería correr.
Así que doy una bienvenida reservada al esquema de El Salvador. Podría funcionar, pero hay enormes riesgos y tentaciones. Y debe ir unido a esfuerzos serios para atraer inversiones y desarrollar industrias de exportación. Cambiar el régimen monetario está muy bien, pero al final lo que importa es la producción de bienes y servicios reales. De ahí viene la riqueza de las naciones.
Si este esquema funciona, obviamente es bueno para bitcoin, ya que lo establecería como moneda nacional y activo de reserva menor. Y, lo crean o no, espero que funcione. Me gustaría ver a El Salvador alcanzar la prosperidad; y si bitcoin puede ayudar a hacerlo, entonces ese es un gran uso de esta criptomoneda.
Para mí, eso es mucho más importante que los sueños de dominación mundial. Significaría que bitcoin está marcando una diferencia real en la vida de personas reales. Y eso es lo que realmente importa.